Alba Blanco

Alba Blanco (Madrid, 1981) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Málaga. Empieza su carrera artística en 2003. A partir de esa fecha forma parte de multitud de exposiciones colectivas e individuales de artes visuales y fotografía contemporánea.

Premio Andaluz de Cortometrajes en 2004. Premiada en Arte en la UMA 2005. Premio Andaluz de Artes Plásticas ‘Desecaja 2009’. Ha expuesto en Galerías de Arte como Isabel Hurley (Málaga), Arte 21 (Córdoba), Gravura (Málaga) o El Estudio de Ignacio del Río (Málaga); y en instituciones como CAC Málaga, la Sala Santa Inés (Sevilla) o el Palacio de Orive (Córdoba).

Entre sus últimas exposiciones destacan: Amigos de verano, en el Museo Carmen Thyssen de Málaga (2015); Beauty, exhibida en diferentes espacios (MAD Antequera en 2015, La Térmica en 2015, Centro de Exposiciones de Benalmádena en 2016); Tiempo de Luz, para el MUPAM en Málaga (2016); Paisaje Humano, Sala de Exposiciones Palacio de Orive (Córdoba, 2017); Myse en Abyme, Casa Fuerte de Bezmiliana (Rincón de la Victoria, 2018); HUBO. Consideraciones sobre la alegría, en el Estudio de Ignacio del Río (Málaga, 2019).

Desde 2009 se dedica a la enseñanza de Fotografía en diferentes Escuelas Superiores de Arte y Diseño del territorio andaluz. En 2010 inaugura junto a la artista Laura Brinkmann el espacio Procesos Cruzados, en el centro de Málaga, en activo como taller-galería de arte hasta 2015, pasando posteriormente a ser el estudio de la artista. Actualmente compagina la producción de obra artística con la docencia en la Escuela de Arte Mateo Inurria (Córdoba).

El trabajo de Alba Blanco es, a la vez, metafotografía, arte conceptual, autobiografía y catarsis. La profundidad intelectual con la que Alba expresa plásticamente sus inquietudes teóricas y vitales se une a la experimentación conceptual y multidisciplinar, la espontaneidad, la orginalidad y la sensibilidad de sus distintos trabajos producidos en cantidad y calidad notables a lo largo de su trayectoria y formación incansable.

CONTACTO

PROYECTOS

HUBO. CONSIDERACIONES SOBRE LA ALEGRÍA

«Lo que había ya no existe. El referente era un afuera interior. Ahora quedan las fotografías: superficies con significado difuso y en un blanco y negro que es más veraz porque evidencia el artificio fotográfico (ya que se toma el color como un acercamiento más a la realidad; y la fotografía siempre ha tenido este conflicto entre la apariencia de lo real y la evidencia de lo no real). Me sirvo, por tanto, del blanco y negro para distanciarme de aquello que en realidad no era yo. Intento reconstruir el pasado, y lo hago partiendo de una forma verbal. Hubo, del verbo haber y en pretérito perfecto simple, porque después todo quedó vacío dentro, y tuve que llenarlo de nuevo.

Siempre encontré algo ridículos los libros de autoayuda. Por ello me abracé a Schopenhauer con fervor creyendo que me iba a dar las claves contundentes y sopesadas de la felicidad. En lugar de ello me encontré con un gran pesimista. Pero no por eso dejó de influenciarme hasta el punto de servirme de guía en este proyecto. No quiero hablar de la depresión, pero sí de cómo logré salir de ella. Así que HUBO es un proceso en el que está presente el aislamiento, el espacio de confort, el círculo de confianza, la negación del yo. Pero también el futuro, el cariño y la búsqueda desesperada de la alegría. Me coloco en la posición de espectadora construyendo secuencias teatrales con el método de Brecht y leyendo a Schopenhauer. No busco la identificación, sólo mostrar metafóricamente ciertos momentos y conceptos desde el distanciamiento crítico brechtiano. Por tanto, busco la secuencia unas veces, el cuadro único otras. Y la supresión del color. Pero la distancia es en vano. Miro las piezas y siento una gran ternura hacia las personas que me acompañan, y extrema sorpresa al verme escondida y sin rostro. Todo ello me lleva a conclusiones reveladoras. Ya no tengo miedo. He retomado el trabajo. He cambiado y vuelvo a casa, al fin y al cabo».

DESTERRITORIOS [TIEMPO MUERTO]

«Territorios es una serie de imágenes que extraigo de Tiempo Muerto, desvinculo del terreno personal y amplío a mayor formato. Aquí me interesa el carácter aséptico de la fotografía. Igual que elimino todo tipo de filtros que dificulten el visionado libre de la imagen y renuncio a la secuencia controlada que marca el orden de lectura, rechazo recurrir al marco, a la posición frontal y a la altura de los ojos. Quiero que las piezas estén en contacto directo con el espectador, que sean manipuladas y ordenadas libremente. Por eso, apilo las imágenes sobre una sencilla tabla y facilito guantes como única barrera entre el espectador y las fotografías. Pero Territorios no deja de ser un decorado, simplemente el espacio. Un espacio que ya no existe.

«Tiempo Muerto es una construcción de tiempos; una reordenación. Confluyen en las piezas que conforman el proyecto distintos espacios y distintos tiempos. Por un lado, los espacios contenidos en las fotografías, el tiempo en que fueron tomadas y el tiempo contenido en fragmentos de agendas personales escaneadas e integradas en dichas fotografías. Por otro, la sistematización, que es la acción de ordenar según un sistema e implica la aplicación de reglas y un intento de racionalización de ese espacio-tiempo. También el espacio que ocupan estas series fotográficas y el tiempo necesario como proceso de construcción del proyecto. El objeto fotografiado es siempre el espacio a través de ventanas de vehículos en movimiento.

Al principio fotografiaba lo que me llamaba la atención, de manera instintiva. Me interesaba la fugacidad de estas imágenes que aparecían en el marco de la ventanilla del coche, del tren, del autobús, del tranvía. Poco a poco empecé a centrarme en los espacios pertenecientes a las afueras de las ciudades, espacios en construcción o deconstrucción: espacios en proceso. No lugares que subrayaban aún más esa fugacidad. También empecé a buscar el desencuadre y el espacio fotográfico casi vacío en algunas de mis imágenes.

Sobre estas fotografías se superponen fragmentos de agendas personales, estableciendo una confrontación entre dos aspectos temporales: la fugacidad y el afán por la permanencia. Estas agendas y cuadernos no sólo contienen actividades que hacer o recordar; en ellas anoto todo lo que hago y manejo distintas codificaciones para ello. Son otra forma obsesiva de guardar el tiempo, de intentar recordarlo todo.

Me parece importante hablar del carácter «codificado» de estas agendas. Exhiben mi vida privada, pero también la esconden: por un lado, mi grafía en muchos casos es prácticamente ilegible, y por otro, selecciono fragmentos de cada día descartando otros (estas palabras también se pierden entre los elementos de la fotografía)».

«Utilizo la serie, la secuencia, pues trato de reordenar el tiempo de manera sistemática. Las imágenes finales equivalen a duraciones, recuerdos y ausencias. La fotografía evidencia siempre una ausencia, la del referente. Por ello son siempre pasado; son recuerdo, y como recuerdo, reconstrucción».

MISE EN ABYME

«La belleza es un delicado tejido formado por recuerdos que a veces se pueden alcanzar contemplando imágenes y objetos. Fotografía y objeto sustituyen lo que ha sido. Porque el recuerdo es siempre pasado y por tanto, re-presentación.

La mano ortopédica de mi padre es para mí la belleza. Por un lado, el simulacro de algo que no está. Y por otro, un resto valioso de mi infancia que junto a otros objetos, guardo en un altillo. Ya no forman parte de lo cotidiano. Así que busco un halo de irrealidad que los envuelva para pasar a ser representación pura. Los bordados, que son memoria, los deposito en la naturaleza. Anochece y los veo en sueños. Hay una luz cálida y misteriosa que proyecta sombras en su superficie. Lo que quiero es darles la vuelta y ver el reverso del bordado, un código: cómo se construye la representación de esas imágenes que son cosas que ya no existen.

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Mise en Abyme, o puesta en abismo, es un proyecto que en principio hablaba sobre la belleza, que para mí son imágenes de recuerdos. Imágenes mentales que trataba de reconstruir por medio de fotografías. Esas imágenes tenían casi siempre un carácter cotidiano. Son objetos, como el brazo ortopédico de mi padre. A partir de ahí empecé a plantearme la cuestión del código de esas construcciones y la similitud con los bordados (algo también relacionado con mis recuerdos familiares). Porque los bordados son imágenes que tienen un proceso de elaboración, y un reverso, un código. De ahí el código alfanumérico que es el reverso de la fotografía. Y de ahí también «Mise en Abyme», una expresión francesa referida a la narración integrada en otra narración, y que deriva a la pintura, la fotografía, etc. Yo lo relaciono con la fotografía del reverso de un bordado donde se introduce el código de la fotografía, o con el bordado a partir de una fotografía del reverso de un bordado. Como si fueran espejos enfrentados que nos llevan al abismo.

INTERÉS SOCIAL

PROCESOS CRUZADOS

Alba Blanco ha formado junto a Laura Brinkmann el proyecto Procesos Cruzados, un colectivo fotográfico que, hasta 2014, supuso un lugar de encuentro en Málaga para la fotografía y el arte contemporáneo, contribuyendo a la divulgación y reflexión de este área de nuestra profesión. Posteriormente, el espacio continuaría siendo el taller de la artista y de gestión cultural tras el nombre «La oficina».

En este proyecto se trabajaba «con la fotografía en soporte convencional para crear imágenes no convencionales. El colectivo aporta un valor añadido a las imágenes, a las que dota de un espíritu y un valor muy personales. Estas son capaces de, por ellas mismas, narrar sus propias historias, instrumentalizando a sus autoras y convirtiéndolas en soportes de los que se valen para poder transmitir y saciar la curiosidad de un expectante observador.
En definitiva, Procesos Cruzados pretende que la fotografía comercial no sea el medio, sino el elemento agente emisor de emociones y pensamientos».